A lo largo de la vida crecemos con tópicos como que todos tenemos una media naranja, un alma gemela, ese alguien predestinado para cada uno de nosotros. Crecemos cultivando, sembrando y recogiendo siendo esto una de nuestras propuestas o nuestras metas. Siempre creí que ese alma gemela que me correspondía andaba por ahí, a veces incluso podía sentirlo, solo tenía que buscar hasta encontrar o sentarme a esperar que llegase. Opté por buscar, buscar esa mitad, ese cachito que faltaba por habitar en mi corazón sin encontrar resultado alguno. Entonces me senté a esperar con la esperanza mínima, con el pensamiento cambiado, pensando que ese alguien no existía, con miedo y pánico a la soledad. Hace unos meses cuando lo daba todo por perdido, cuando dejé de creer en todo eso, un ángel apareció, era mi otra mitad, no podía creerlo, todo por cuanto luché, todo cuanto busqué, todo cuanto soñé, era el ángel de mis sueños. La vida me brindaba con una oportunidad que no dudé en aprovechar. Era lo mas bonito que me había sucedido nunca, un sentimiento con tanta fuerza que parecía irreal, el amor empezaba a entrar en mi vida. Ese famoso gusanillo revoloteaba mi estomago con intención de anidar en él, rasgando una sonrisa constante en mi rostro. Me había enamorado a la velocidad que deja la estela de una estrella fugaz. Y en ese preciso momento una carta reflejaba el peor de mis temores, mi ángel abandonaba, no creía ser suficiente ángel para mí, y suplicándole que se quedara decidió alejarse sin más. Los intentos para su regreso fueron nulos nada podía hacer ya. Una nube me envolvía entre la confusión de lo real y lo irreal ¿había sido un sueño?. Decidí retomar mi vida cargando día a día con la duda de si aquello tan bonito y especial había sido realidad o tan solo había sido producto de mi imaginación. Cuando creía haber resuelto mis dudas, la nube poco a poco iba desapareciendo dejando tras ella al descubierto una imagen que apenas se reconocía…regresaba el ángel de mis sueños!!! confesando que el motivo de su marcha solo había sido por miedo a la fuerza de ese sentimiento que nos unía y prometiendo que nunca más se volvería a alejar. El gusanillo volvió a salir del nido, y mientras me pintaba una nueva sonrisa, mis ojos se encargaban de recuperar el brillo que habían perdido. Era genial, había vuelto, todo volvía a ser especial, lo mas feo se convertía en lo más bello, lo más pequeño tomaba toda la grandeza, lo mas simple era lo mas complejo, lo imposible era posible, había vuelto por mi, sólo por mi. Pero lo dulce comenzaba a ser amargo, lo sucedido creó en mí un gran sentimiento de desconfianza, el miedo a volver a perderlo se apoderaba de mí. Aun así aposté por ello, creía en ello, en ese dulce sentimiento que antes no había experimentado. Me embarcaba en una aventura difícil y compleja, con mas baches que planas superficies pero eso no me preocupaba, confiaba en que podíamos con todo ello. A pesar de las dificultades sentía en mi una fuerza extraordinaria. Contaba con buscar o crear ese mundo en el que pudieramos ser felices, en darnos una nueva oportunidad sin permitir que se volviera a escapar. Me dijo que aun le faltaban las alas, que era un ángel sin alas, tenía que conseguirlas todo ángel debe tener sus alas y prometí conseguirle unas. No sabía donde buscar, ni que hacer para darselas. Buscaba y buscaba deseperadamente imaginando la carita que pondría al recibirlas, tenía que encontrarlas, en ellas estaba su felicidad. Por fin las encontré y solo deseaba darselas, darle su felicidad. Tomé sus alas y le dije: Tal y como te prometí “Todo ángel debe tener su alas” y se las entregué. Fue algo increíble, podía sentir su felicidad, su sonrisa y eso era lo mejor que me podía pasar. Hablamos de subir al cielo, de enseñarme y conocer su mundo, su vida, y así lo hicimos. Siempre que podía volvía a ir con el unico propósito de poder escaparnos para disfrutar de lo que nos estaba pasando. Era complicadísimo quedarnos a solas, era un ángel demasiado especial para la gente, todos querían disfrutar de su compañía. Pero por fin lo conseguimos, fundiendonos en un profundo abrazo, estaba en el cielo, estaba entre sus brazos me sentía mas fuerte que nunca, creía poder con todo, el corazón bombeaba marcando el paso del tiempo. Su mirada conseguía esclavizarme de una forma que no podía controlar siendo lo más bello que he visto jamás. Sentía que su alma me atrapaba, podía conmigo sin dejarme respiro alguno. Deseaba que sus besos no tuvieran fin, que sus brazos nunca me soltaran, deseaba quedarme alli por siempre. Sus caricias y su aliento envuelto de deseo me hacían temblar. Y yo no podía dejar de mirar ese lunar que me hacía enloquecer. Empezó a encontrarse mal, algo pasaba no encontraba su mirada y tuvimos que marchar. Me sentía feliz, muy feliz, pero algo en mi me abrumaba, podía sentir que algo pasaba y aun teniendo el olor de su piel, el sabor de sus labios, el calor de sus brazos, cuando daba por logrado todo por cuanto habíamos luchado… una lágrima me acariciaba el rostro mientras el ángel de mis sueños desaparecía. Una flecha me atravesaba el pecho parando el latir de mi corazón, las fuerzas desaparecieron, creía desvanecer de un momento a otro. Una última carta explicaba que se debía al cielo, a su gente, a su mundo y que no entenderían nuestra relación, que su cobardía le impedía afrontar la situación, que me quería y nunca sintió nada igual. No podía creerlo ¿que habían sido de sus promesas?¿por que me decía que me quería?. Ahora entiendo que las alas no las quería para volar junto a mí, sino para conseguir su libertad. Me quedaré con lo mejor de esta historia e intentaré creer que existió algo real y en algun momento el ángel se enamoró de verdad. Conocerle ha sido lo más bonito que he vivido y nunca lo olvidaré, pero ojalá todo huviera sido solo un sueño del cual al despertar vuelves a tu vida normal, por que hoy soy incapaz de recuperar vuelo, pues las alas que le regalé fueron las que yo me quité. Deseo que vueles muy alto.
Blanca Cabalgante