¿Qué depara la sombra del mañana? ¿Qué futuro incierto nos espera, Tras de la ciencia en la nueva era, Cuando el hombre aun por matar se afana? Queda el hambre, la miseria humana, Como testamento del hombre fiera, Odiándose entre sí la tierra entera, Tras de una destrucción tal vez temprana. Tributo dejado a quien nos suceda, Desolación, desertizada tierra, La opresión del pueblo como moneda. Hiel de ambición, como sangrienta sierra, Que arrasa a su paso y nada queda Sino un fruto colérico de guerra.
Una flor entre brisas se encierra, A el sentir un odio le cercena, La esperanza que el corazón llena Muere ante el abrazo cruel de la guerra. Un despertar retumba la tierra, A la entraña le circunda la pena, Vivir a veces parece condena, El alma es por muerte helada sierra. Un sueño recorre el horizonte, Es luz que con el viento se confunde, La sombra de su ocaso quiebra el monte. Un ideal entre lo humano se hunde, Cuando el verso por la paz se impronte Tal vez el mundo de vida se inunde.
Nada, la paz ya empeñada, Gastada mi voluntad quebrada De ondear una bandera blanca, De esperar una frontera estanca Donde hombres se hermanen finalmente, Mil nombres emanan en mi mente, Concordia, armonía, igualdad, Me incordia la tiranía, la deslealtad, Pero la ambición inunda la tierra, Sinrazón, como abunda la guerra. Los jerarcas empuñan egoísmo Tras de arcas que acuñan arribismo, Circundadas por vinagre sus almas, Manchadas de sangre las palmas, Potencias que abocan a la muerte, Conciencias que revocan de su suerte.
Ecos de soledad trae, a veces, el recuerdo, ecos de soledad, que se esconde entre canciones, ecos de soledad, hasta incluso compartida, viva, creciente, esquiva, de momento y situaciones, de llanto, de decepciones, entre historias de ciudad.
Paz para humanos sin espadas, Haz de manos hermanadas, Sendero santo que fusiona, Sincero canto que funciona. Bandera blanca, tierra sin hiel, Espera estanca la guerra cruel. Armonía, consenso, democracia, Surgía un censo de gracia, El de los hombres puros y justos, Con nombres maduros y adustos. Se acabaron las tumbas de muerte, Donde quedaron retumbas al saberte Conocedor de que pudieron evitarse, Con un dolor al que debieron postrarse.
Al final de mis días tal vez mi verso será testigo de que un día estuve vivo. Al final de mis días mis vivencias serán recuerdo, y si hice mal, ni me acuerdo, se que yo amé contigo. Sólo ya la paz persigo, al final de mis días.
Una línea que no quiere emerger, Palabras que se embotan en mi mente, La musa ya no me puede acoger. Palabras, ecos que surgen del vacío, Letras, sombras buscando su lugar, Quisiera sentir y no pensar, Dejar en el papel el corazón mío. ¿Por qué las palabras se tornan poesía? ¿Por la música que alberga el verso? Un concierto querría dejar inmerso En el papel que sólo tinta tenía. Palabras secas, rocas de acero, Moldear yo vuestras letras quisiera, Como escultor ,tal vez, con la pluma pudiera, Ser de una escultural oda mensajero. Pero la musa no quiere darme sus besos, Rehuye mi mente, deja mi voz fría. ¿ De que sirve la palabra mía, si están mis versos entre rimas presos? Volar quisiera, ser como el viento, Sin estar con ritmo o métrica recortado, Hoy sólo mi pobre voz aquí he dejado, Parte de mi alma y de mi sentimiento.