Vuelven de veredas viejas
caminando por esas
tardes de felicidad
o de ese lado de la ciudad
que nos enseño a soñar.
Saltando charcos del olvido
nunca se dan por vencidos
en insistir con el favor
y si les vende una ilusión
la compran para regalar.
Cantan a la luz de la luna
inventando en una
noche la locura,
y sobre la ternura
escriben el ayer.
Son como el buen vino
tienen el buen tino
de ser siempre mejor
en la amistad y el amor
nunca quieren perder.
Guardan secretos como tesoros
como si fuera todo el oro
de los sueños por esconder
y nos hacen saber
por uno bailan hasta con la muerte.
Si hay que ayudar, ayudan
si hay que acompañar se mudan
al centro mismo del alma
y con un vino o con una guitarra
hacen trampas a la suerte.
Arriesgan todo por un beso
debe ser por eso
que se los ve sufrir,
y a veces por compartir
sueñan la misma mujer.
Después entre risas y voces
como a la medianoche
se los oye brindar
solo hasta emborrachar
las luces del amanecer.
El tiempo pone su cuota
y a cada uno le toca
seguir su propio camino,
a cada cual su destino
a cada destino su tren
y no hay nada que hacer
solo nos queda crecer
guardando en el corazón
su más hermosa canción
Dios los guarde en la alegría, Amén.
Daniel Omar Martínez