La vida como la poesía
es el límite infinito del lenguaje.
Es habitar con el verbo
en la sombra de tu pluma.
Al principio fue el gesto
y el gesto fue sonido,
como agua de manantial fría y dura,
y el sonido se hizo palabra,
en la puerta caoba del otoño,
y todo ya es en ella
y todo ya es por ella.
Y el poema es un no ser:
un no ser sin ella.
Y la palabra es la vida
y la poesía es la luz:
es el relámpago en la noche,
es el fulgor eterno;
pero la sombra no entiende:
no entiende de versos,
ni de relámpagos sabe.
La vida como la poesía
es el límite infinito del lenguaje.
En tus labios
I
No ignorar el silencio
del viviente de la noche
y por encima de las olas
romper en lágrimas negras,
y recorrer tus mejillas… despacio
en el lecho húmedo de la palabra.
II
En la noche gris
las negras sílabas iluminan
la página velada:
y nada ve
y nada escucha
sólo al verbo acontecido.
III
Verso, poema,
lenguaje y palabra:
poesía y sombra.
Voz queda en tus labios rotos.
IV
Sombras nocturnas
no diurnas
tus versos brillantes
tus poemas hostiles,
en la hermosura blanca
de la nieve,
que tras las ventanas
caen y caen
como señas fugaces
de tus labios rotos.
V
Materia y tiempo,
espacio,
todo metáfora
de rara belleza.
Futuro perfecto:
no oscuro
ni pesimista.
VI
Luz sentida,
anhelada.
Encontrado verbo:
imagen desprendida,
pluscuamperfecta.
VII
Lo no buscado.
La brisa limpia
de tu sonrisa.
VIII
Sueña futuro
el poeta
con voz desnuda:
en el mar
en el fuego
en el viento.
En el canto mismo
y su palabra esquiva.
Enrique Villagrasa González |