Conocerte,
y tenerte presente.
Comprender mi ira
y tenderla rendida.
Canalizar mi furia
iluminando mis sombras.
Dudarme y ganarme
en cada desafío.
Merecer lo más grande,
aun si no llega.
Acercarme siempre
aunque parezca lejos.
Confundirme con todos
en una fiesta cualquiera.
Sorprenderme riendo
de tu ingenua sorpresa.
Mantenerme sereno
en el mercado persa.
Escuchar las palabras
de los ojos sinceros.
Pedirte erguido una mano
cuando dos no me alcanzan.
Rechazar lo rechazable
aunque deslumbre la vista.
Acudir a un pedido
sin cálculos mentales.
Necesitar solo
aquello que tengo.
Cuidar nuestros niños
sin preguntar de quién o de dónde.
Descubrir el maravilloso
arcoiris del pueblo.
Escuchar el vacío
de los gritos canallas.
Construir la utopía,
por mí y para todos,
que es posible vivir de este modo.

Fabiana Martínez

Como esos momentos intensos, escasos y breves,
tal, un parto, una boda, un funeral.
El umbral de entrada o salida,
de la puerta que no volverás a cruzar
con otro parto, otra boda o funeral.
Esa fuerza que te lleva a andar
sin saber que encontrarás.
Entre claroscuros llega el ocaso
y también el amanecer
de este día que no volverá a suceder.
Esa risa entre lágrimas,
me deja ver
un sol escondido
que calienta mi alma y un poco más.
Lo escaso y breve, eternizaré
en un eco íntimo cuando no estés.

Fabiana Martínez

No hay una guerra,
hay una conquista.
O avanzan las sombras
o avanza la luz.
No es indiferente,
no es azar.
Es una conquista,
sin arrebatos, real.
Una elección simple siempre,
y un resultado creciente
en la mirada y en la piel
que alumbra o empaña
tu cuerpo y alma,
a otros cuerpos y almas
que te alumbran o empañan.

16-03-2002

Fabiana Martínez