Es fugaz.
Nos hiere rápidamente
y en el corazón deja manchas.
¡Ah sentimiento ferviente
de impotencia y soledad!
Me ha resguardado de las bestias.
Y sin reparar en su consistencia,
la he aceptado como coraza,
sin observar mis brillantes y pálidas garras.
¡Pero qué bellas pueden ser a veces
mis ojeras reflejadas
al golpear de noche,
tus finas y cristalinas paredes!
¡Y la geometría se vuelve efímera!
Observar tus aristas y pensar,
como parece
que se quisieran juntar.
Y se siente cómo los burócratas
se impacientan y empiezan a quemar,
ciudades, mujeres, poetas…
Y mi coraza se vuelve mi cárcel.
Y pareciera que las mujeres
me dejan de observar.
¡Qué época tan larga y desastroza!
¿Cómo es el tiempo?
Estático.
Paralelo a tu vientre,
sin figuras a tu lado.
Y todo cuerpo sueña
con ídolos mundanos,
divinidades falsas
de acero y papel.
¡Ah vida despreciada!
¡Mis ojos prefiero perforar
para no ver en lo que has caído!
¡Mi pecho prefiero perforar,
para no dejar de amar
como así tú lo has decidido!
10 diciembre 2002
Jesús Ángel Núñez Zimbrón