Es fugaz.
Nos hiere rápidamente
y en el corazón deja manchas.
¡Ah sentimiento ferviente
de impotencia y soledad!

Me ha resguardado de las bestias.
Y sin reparar en su consistencia,
la he aceptado como coraza,
sin observar mis brillantes y pálidas garras.

¡Pero qué bellas pueden ser a veces
mis ojeras reflejadas
al golpear de noche,
tus finas y cristalinas paredes!

¡Y la geometría se vuelve efímera!
Observar tus aristas y pensar,
como parece
que se quisieran juntar.

Y se siente cómo los burócratas
se impacientan y empiezan a quemar,
ciudades, mujeres, poetas…

Y mi coraza se vuelve mi  cárcel.
Y pareciera que las mujeres
me dejan de observar.
¡Qué época tan larga y desastroza!

¿Cómo es el tiempo?
Estático.
Paralelo a tu vientre,
sin figuras a tu lado.

Y todo cuerpo sueña
con ídolos mundanos,
divinidades falsas
de acero y papel.

¡Ah vida despreciada!
¡Mis ojos prefiero perforar
para no ver en lo que has caído!

¡Mi pecho prefiero perforar,
para no dejar de amar
como así tú lo has decidido!

10 diciembre 2002

Jesús Ángel Núñez Zimbrón

(A Iliana)

Ayer intenté amarte,
sin tener resultados.
Miré tus ojos y te dije:
«Hagamos el amor intensamente,
con el vaivén de nuestras miradas».

Me miraste algo confundida.
Extrañada, sacaste un papel
enmicado de tu bolso, y maldijiste:

«Perdóname amigo mío,
no puedo aceptar tu oferta tan generosa,
pues tu credencial para amar,
es tan solo del nivel uno».

Después me acordé de que
había olvidado pagar mis impuestos,
y que tenía una deuda gigantesca
con la Legalmente establecida,
tesorería Mexicana del Amor y las Tragedias.

Me habían negado la credencial del nivel dos
que me permite tocar a la mujer de mis deseos…

Fue cuando me di cuenta
de que nuestros cuerpos,
al menos en México son objetos
por los cules hay que pagar.

Así que niña mía, he decidido,
no volver a desearte jamás.
El amor en estos tiempos ,
es un lujo que no me puedo dar.

15 enero 2003

Jesús Ángel Núñez Zimbrón