Cuando el tiempo se detuvo definitivamente
sobre las piernas de los que fueron muchachos,
sobre las cabezas de los que fueron ídolos,
sobre la habilidad que hoy es terca,
no les quedó más a estos hombres fieles
que juntarse semana a semana en la cancha de tierra,
con todos los nietos en las galerías,
con sus mujeres gordas, pero desafiantes,
para patearle tiros libres a las canas,
a ver  si de lejos sorprendían a la muerte.

Santiago Azar

A mi padre.

Todos querían ver a este muchacho
del cual el balón se enamoró muchas veces
y eran tardes enteras en la carretera del césped,
volando como un huracán despierto en los cielos,
derribando el liviano peso de los débiles,
era la acrobacia de reír, reír,
nunca olvidando que el mundo es una sonrisa.
Y allá galopa el Nino, el Nino Landa,
viene bajando de su bicicleta de piernas,
corre encima de un rayo despidiendo rivales
incapaces de detener a alguien que no nació
en las vísperas de este planeta.
Y allá se vio al Nino, a lo lejos, frente a nosotros,
y mi padre lo observa desde niño y celebra,
y grita, y crece con él,
y se sienta en las galerías de un viejo estadio,
donde mi abuelo hizo de él un hombre,
sólo para ver a este potro feroz
que ofrece su camiseta roja a las sangres,
pues sabe que la bandera de Unión Española
sólo puede clavarse una vez en el pecho.
Por eso se aprovecha cada segundo
como si fuese la última eternidad,
para detener todos los sentidos
en las piernas que no son piernas,
sino espadas sin la piedad de la mano.
Pero mi padre llora ya viejo sobre los mantos del ayer,
porque nuestro Nino corrió demasiado
y de tanto esquivar rivales, quedó fatigado,
porque llegó la muerte a marcarlo
y al Nino no le funcionó la finta.
Vino la malvada con un tacle deslizante por atrás
y así, sólo ella, pudo derrotarlo.

Santiago Azar

A Sola Sierra.

Mujer, te han recibido los muertos
porque siempre fuiste de ellos:
Te reciben con sus banderas al tope,
te hacen una guarida en sus almas,
y al fin aparecen, ahí están, vienen marchando,
los desaparecidos de ayer, los de hoy,
y te llevan en andas y repiten Sola,
porque tu nombre lo aprendieron de memoria,
conocieron tu rostro hace tantos años,
que nadie, ni Dios, podrían confundirte a lo lejos.
Mujer, todas las heridas han vuelto a su origen,
ya no más, ya no más llanto sobre un hueso de los siglos,
ya no más caminar por las calles
sobre las alas de una triste mariposa caída;
tú sabes que te han recibido en fiesta:
pronto estaremos en la patria del infinito,
el viento de un canto se escuchará en los desfiles,
porque será Sola que vendrá de la mano
con el hombre perseguido en sus sueños
y entre las multitudes hablará en el podium tu recuerdo,
como un pájaro final que resucita al olvidado.

Santiago Azar

Vamos a rajar la tierra,
vaciar el océano tan infinito,
respirar ese aire de entonces
y ver si los árboles me dicen algo,
si guardan secretos en sus raíces,
si en primavera tiritan de espanto
y las flores devuelven los rostros tragados por años.
Cómo es posible que a estos muchachos
se les vele en el sonido metálico de los cañones
y hagan una corona los gritos
enfilados de uno en uno,
como marchando en una mañana de uniformes.
Y estos muchachos, y las balas en la nuca!
Quién me dice dónde están?. Aquí los quiero,
como en aquellos días con una espada para el porvenir.
Y se me aparecen, pero no los tengo,
porque son tantos, son como el dolor repartido e inmenso,
en la sombra más amarga de quedar sin aliento.
Quién me puede decir dónde está esta memoriarobada?
Para traer de vuelta a los pájaros de la mesa compartida.
Tráiganlos por nombres, no importa el orden,
en brazos, caminando o cantando.
 Ellos están más vivos que yo,
ninguno fue superado por el cuervo devorando el tiempo,
se armaron con puños y  apretaron los dientes
y la muerte salió corriendo asustada por la valentía
y los muertos hicieron realidad el sueño de laresurrección en una boca.
Tráiganlos a todos, que no falte ninguno,
que hable la espalda que esperó los balazos sin piedad,
que hable la jaula que se lleva a cuestas,
que hable la primavera coja en una mañana de humos,
que se le dé la palabra a los que perdieron la lengua.
Se los suplico, mírenme a los ojos derretidos por unalágrima,
díganme dónde están, como si en verdad fuese unallama,
tan inocente, tan tierna como libro de escuela.
Se los suplico a ustedes, enterrados en el patio trasero,
en el aliento de las caracolas de la miseria,
en los desiertos de un corazón amarrado,
háblenme sílaba por sílaba,
al principio de la vocal de la vida,
en la guitarra nueva con las cuerdas de un pueblo levantado.
Háblenme, muchachos, aquí estoy, soy de ustedes,
mi alma les pertenece, tiene vuestras pisadas gigantes,
levántense donde quiera que estén, vengan a mi casa,
he preparado el mejor de los almuerzos,
hay vino en todas las copas y un brindis esperando,
o si quieren yo los recojo y unto la boca en el océano,
o golpeo puerta por puerta, aquí en los campos,
en la indefinibles piedras de los ríos,
en los estadios inundados de rosas muertas,
en los cuarteles del hambre donde hicieron fe los lobos.
Pero aquí los espero, con toda la paciencia de una enfermedadque no para,
y estos besos de vuestras madres, y lo de mañana,
y el hijo clavado en la soledad de un apellido roto,
todos esto les pertenece, así como mis extremidades, mismiembros,
porque las estrellas de este Chile desatado,
se hincarán cuando pasen gritando al infinito sus nombres,
y verán que todos estaremos esperando vuestra llegada, ya noimporta cómo,
porque por primera y única vez
la bandera de la patria flameará hacia los cuatro vientos
y un suspiro de descanso permitirá llorar este diluvio.

Santiago Azar

Se trata de arreglar el mundo como lo hacemos nosotros,
al mejor estilo del subdesarrollo:
Con alambres artesanales y parches para bicicletas.
Esto vuelve a suceder en medio de una mesa repleta,
colmada de alimentos hasta el hartazgo.
Sin embargo, aquí chorrea la mano solitaria
y el individuo en sí mismo alcanzando la cima.
Estoy rodeado de autoridades tan falsas
como el mejor abogado de provincia, sólidamente exitoso,
pero en el fondo, sólo uno más del ganado.
Aquí somos el tenedor y el cuchillo en medio de la gula,
el despilfarro y las conversaciones absurdas e instantáneas,
mientras allá afuera, vuelvo a Jerusalén y Ramallah
y a una multitud que lanza sus piedras contra los perros de presa
y riegan con sangre la tierra tan amada.
Nosotros, por otra parte, seguimos discutiendo, satisfechos,
si vale la pena cien o quinientos muertos,
o si en realidad no hay nada más heroico en este momento
que devorar el último plato servido que queda en la mesa.

Santiago Azar

En la oscura selva de los gemidos,
los muertos de ayer se toman de los brazos
para desfilar a paso firme como en un 1º de Mayo;
en columnas de mil o dos mil, no lo sé,
con lienzos abiertos al mundo, para que éste los lea.
Avanzan, secos los sonidos de los tambores y pasos
y se encuentran casi al final los que nunca se vieron,
aquellos de los cuales se supo dieron la vida como animales.
Ellos saben que el tiempo no se detuvo en sus banderas,
y el grito de los milenios se escuchó en las oficinas ysindicatos.
Pero han vuelto, y ahora que los veo con sus rostros de gigantes,
más vivos que todos nosotros, más honestos que el pie alfrente,
sé y oiré el discurso del orador principal,
porque hoy asistimos a un acto multitudinario,
porque me da la mano Luis Emilio, Clotario o Tucapel
invitándome a dar la vida en un 1º de Mayo.

Santiago Azar

En los brazos desnudos de los fuegos y las derrotas,
con todos los infantes trepando por los amaneceres de una gaviota,
aparece la voz de un río derramado y agrietado.
Aparece la sombra que no es sombra de aquellas que terminen,
porque pasan los aviones de un lado hacia otro,
aún los oigo, como un metal que se funde en los intestinos de lamuerte,
y fuego ante el enemigo y bombas
y soldados repartidos como hormigas odiosas.
Al mismo tiempo, gotea desde el cielo
el pueblo hundido hasta las narices, asfixiado,
perseguido hasta sus modestas madrigueras;
pero ahí está, es él, poniendo su pecho frente aldolor,
metralleta en mano, corazón en mano,
más inmenso que pronunciar cien veces su nombre,
más valiente que el verdadero trigo que ruge en los veranos.
Mientras tanto, de rodillas confiesan al obrero,
a los estudiantes les arrebatan los años a culatazos;
y en los ríos, las piedras van descifrando
el crudo idioma de la sangre,
nombres así, al azar, entregados por montones,
y apilados en la morgue de nuestros más oscuros recuerdos.
Pero sabemos que de aquella ceniza de primavera,
de aquella página arrebatada al libro de los horizontes,
salió un puño en alto, más alto que milsueños.
No en vano, mañana vendrá el Presidente,
se paseará saludando a las multitudes,
arribará honesto por Morandé 80,
concurrirá al balcón para escuchar a los mudos
y el himno de siempre será coreado por primera vez,
como si esto fuera nacer, como si todo viniera desde el inicio,
como si viniera nuevamente e invencible,
la sola voz de Allende
para terminar con todos estos perdurables humos.

Santiago Azar

Mi tercer mundo
son este morir en la salud pública,
estas camisas que compré de segunda mano,
estas goteras por donde aparece el invierno
como un anciano perverso y gigante.
Mi tercer mundo
es este educarse con libros prestados,
con lápices que se van desgastando,
con caminatas y zapatos rotos.
Mi tercer mundo
es saborear caldos de pobreza amarga,
piojos como integrantes de las familias
y analfabetos repartidos como muchedumbres.
Es tener deportistas raquíticos y borrachos,
calles de tierra, o con alumbrado siniestro,
decrépitos funcionarios incrustados en la administraciónpública.
Mi tercer mundo
es un cuarto donde quemo mis pupilas en un techo sucio,
son estos chiquillos con enfermedades interminables,
madres pariendo para conquistar el universo,
ancianos entregados a la espina de la vejez,
sordos y mudos, muertos para adentro.
Y quién tiene la culpa?
Nosotros, por el solo hecho de haber nacido,
por el solo hecho de haber dicho patria
en el día equivocado y en la hora impensada.

Santiago Azar

Afganistán, 2001

Posiblemente esta pluma esté quebrada
y se desnude como un animal herido.
Probablemente mañana a la hora del té
se escuche suciamente por radio y televisión
que van mil, dos mil o tres mil muertos,
mientras los bombarderos se hacen de los cielos del mundo
regalando la fragancia de la muerte
a los rostros de los primeros niños.
Sin embargo, yo acá, tan lejos,
en una actitud totalmente rebelde,
haré sonar mis muelas con el pan crujiente
en señal de protesta.
Posiblemente estos versos
no sean más que una mosca molesta y porfiada
que causará desagrado en tus vacaciones,
que engrasará el papel claro de las publicaciones,
que se orinará de pie en las conversaciones inertes.
Posiblemente temprano callaré,
pero no será por voluntad propia,
será ese niño que desde el fondo de la muerte
tapará mi boca con una de sus manos
y con la otra, disparará una bala para occidente.

Santiago Azar