Aquí, tranquilamente,
voy a decirte una palabra,
la última palabra
donde quedó tu corazón antiguo…

    Aquí, tranquilamente:
Dios era carne entonces
y tú lo recreabas en tu espíritu.

    Ay, arrodíllate,
no volverás dos veces a ser niño.

Jesús Hilario Tundidor